Nueva cita de Quique González con
La Riviera, esta vez acompañado de José Ignacio Lapido. La sala, con aforo
completo recibía expectante a una de las parejas más representativas del rock
español –bien entendido- del último cuarto de siglo, que presentaba su gira conjunta “Soltad a
los perros”. Agradable sorpresa disfrutar de dos magníficos songwriters al
precio de uno, fundiéndose en un repertorio que podríamos considerar clásico, y
donde el par se desquitó con un set repleto de complicidad y admiración mutua.
Abrían “Ladridos de perro
mágico” o “El carrusel abandonado” por parte de José Ignacio y “La
luna debajo del brazo”/”Me agarraste” de parte de Quique. A pachas ambos
fueron turnándose al micro haciendo del arranque algo especial, sin apenas
cancha par ir digiriendo ambos catálogos. Fenomenal entrada, que consiguió
situar coherentemente sus canciones dentro de ese contexto atemporal que
hermanaron en sobremanera las dos ordas de fans asistentes al evento.
Sin soltar el acelerador llegaron
“Hotel L.A.” y “En el backstage” –está última, highlight añorado que hacía tiempo no
disfrutábamos- ,dúo genial que a buen seguro facilitó a los más acérrimos y/o
jóvenes seguidores de Quique no haber necesitado investigar demasiado acerca de
la cabeza pensante de 091 para involucrarse con gusto en el concierto. Sólo
unas tremendas “Más allá” o “Cuando por fin” justificaban
perfectamente en el sentido genérico de la gira. Puntos de confluencia en los
cuales cualquiera de los temas de ambos artistas únicamente podrían
distinguirse atendiendo al estruendoso “Karaoke universal” que los forofos del
Sr. González montaban en cada uno de sus estribillos.
El emocionante primer encore fue protagonizado
por “Backliners” en individual versión acústica por parte de Quique y “Nubes
con forma de pistola” a cargo de José Ignacio Lapido acompañado por toda la
banda –lastimosamente la única del repertorio de los cero- desembocando todo en
una “Vidas cruzadas” que a pecho partido se marcó un público entregado que solicitó más. Petición complacida que dió manga ancha al dúo para preparar la última descarga.
A reseñar tanto la banda, formada
por miembros de ambas troupes, más, el más sexy y ligón de los bajistas de la
península, Ricky “Fuckner”, que conformó un sonido sólido y marcado llevando en
volandas a los dos protagonistas, como particularmente la actitud de Quique
González, completamente desatado viviendo toda la actuación como fan radical de
091 y, por descontado, de la producción en solitario de su compañero de
aventura. Tan solo faltó del madrileño un arrastre “grunjeta” por las tablas
previo “moshing” entre las primeras filas. Sudoroso y genial.
El segundo y último bis
conformado por “Cuando el ángel decida volver” y “Dónde está el dinero”
nos despidió por todo lo alto mientras que la pletórica banda agradecía la
respuesta de una audiencia en todo momento entregada. Gran iniciativa que
revitaliza la obra de Lapido mientras sigue ampliando la substancia atemporal
que cubre la discografía de González, y que impregnó la noche de rock con
mayúsculas y escritura de altura.
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