sábado, 17 de septiembre de 2016

Crónica: PABLO UND DESTRUKTION. Sala But (Madrid). Jueves 15 de Septiembre de 2016.


Unas doscientas personas acudieron a la llamada de Pablo und destruktion para festejar su fin de gira en la sala But. Debido a las últimas incursiones del joven astur por tierras madrileñas, quizá se echó en falta algo más de público, aunque -sin duda- el que había supo dar la talla, creando junto con él los mejores momentos de la noche. Tras la actuación de Biznaga, Pablo abrió fuego antes de la hora prevista. A las 22.22 h dio un beso y/o apretón de manos a cada uno de los miembros de su banda… y a echar la faena.

“Los días nos tragarán”, “El aire puro” y “La paz de los justos” pusieron firme al personal después de la matraca de buen punk de garrafón 2.0 de Biznaga. Después cayeron, unas muy rodadas “Extranjera”, “Pierde los dientes España” o “Limonov, desde Asturias al infierno” a las que hicieron justicia el sonido, bueno desde el principio, acercando a fieles y neófitos a la propuesta de Pablo, que a su personal manera iba capeando los comentarios más particulares del lugar. “¡Te invito a una raya!” le soltó uno de esos fans que Pablito considera “de pupilas dilatadas”, dedicándole -para seguir el juego de palabras del muchacho- “Por cada rayo que cae”. Recomendar el after de un colega para después del show, analizar cada uno de sus trabajos -considerando su último “Vigorexia emocional” como “Mainstream”-, o narrar como actuó para una sola persona en Festimad, tampoco fueron paridas que sobraran, haciéndonos pasar un ratico de lo más majo.




La recta final fue encarada con “Busero español”. Sin precio esta última, con Pablo metido entre la audiencia, que haciendo el paseillo miraba atónita como el cantante, centrado -con la mala ostia que le caracteriza metido en vereda- en la letra. Un par de “Matusalenes” (patrocinador del evento) en forma de chupito, impropendios hilarantes -que bien recordaban a esa auténtica y nueva reencarnación de Corcobado- y anécdotas de su reciente incursión por tierras filipinas después, Pablo nos regaló alguna primicia traída de allí como la -llamémosle- “La única ley” para terminar con la tradicional de la cuenca minera Astur-leonesa “Santa Bárbara bendita” que como gas grisú nos tumbó. Tras un par de minutos, en los que Pablo y sus músicos hicieron una breve entrada en backstage anunció que el grupo echaría el cierre (sin paripés) con “Tibio”. Genio y figura.




Gran concierto, y descarnada propuesta del aguerrido asturiano, que consiguió fidelizar al cincuenta por ciento de la sala y ganar a la otra mitad con una actitud que solo refleja una cosa: el éxito de ser él mismo