El pasado sábado aterrizó en
Aranjuez la gira presentación de “El Creyente”, nuevo disco en directo de
Loquillo a un mes de su publicación. Una actuación totalmente gratuita en la
amplísima Plaza de San Antonio de la localidad madrileña. Lujo ibérico, pues su
anterior actuación en La
Riviera acabó con un sold-out por el que muchos no pudieron
comprobar unos días atrás la solidez de su nueva propuesta.
A pesar de los constantes fallos
de backline, el loco no
necesitó de abuela, y a sus cincuenta y tres años demostró –como siempre- estar en
gran forma y, exactamente como él mismo dice “viviendo, no una segunda
juventud, sino una primera madurez”.
Concierto eminentemente centrado en sus últimos trabajos y
en sus temas mas populares, el loco abrió con el tema homónimo y de referencia
para su gira y disco, seguido de “Línea clara”, “Memoria de jóvenes airados” y
“La nave de los locos”. Imprescindible hacer referencia a la cohesión de la
banda y a su admirable rango de edades. Tanto Jaime Stinus –guitarra y director
artístico del proyecto- que sigue marcando pautas dentro del rock español como
Igor Pascual –de muchos ya conocido por su anterior banda- “Babylon Chat”
ofrecieron grandes momentos de actitud rockera a las alrededor de mil personas que allí disfrutamos del show.
Por delante clásicos como su
actual versión cuasi-ranchera de “Voy de negro”, la favorita “El rompeolas”
–impresionante la cantidad de niños y niñas coreándola- o “El ritmo del garaje”
con la que cerró la primera parte del espectáculo, terminando este al compás de
“Rock and roll actitud” o la cover del clásico de Burning “Que hace una chica
como tú en un sitio como este” entre mas clásicos que a buen seguro hubieran
entrado perfectamente en la grabación oficial.
Hora y media de genuino rock n
roll entre litros y porros, que a buen seguro no hizo mucha gracia ni a los chiringos circundantes ni a las autoridades pertinentes pero que sirvió para que la
redacción de Vinylola en pleno olvidara por un momento esos pequeños traspiés del
señor Sánz con los poderes fácticos, esos que nos hicieron vender sus viejos
vinilos en el segundamano y disfrutar de la música gratis, al aire libre, y sin
puertas ni controles. Que hoy no es moco de pavo.
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