Me prometí no hacer mención a Treme (la serie). Porque Dr John es más que eso. Porque Treme es tan sólo un episodio más en su larga trayectoria como cantante, compositor, arreglista, pero sobre todo como buscador. Desenterrador de sonidos o como diría Cortazar, perseguidor de canciones. Pero tal vez es ese espíritu compartido, esa pasión por una cultura y un estilo de vida lo que hace que para mí y muchos de los presentes en la sala Shoko, el concierto del pasado Domingo fuese la ocasión perfecta para celebrar de forma inequívoca ese universo musical que supuso la serie creada por David Simon en torno a la ciudad de Nueva Orleans.
Hey Keith! Esto es una calavera. Ni la tuya ni la de Screamin´ |
A lo largo de sus más de 50 años de carrera, Rebennack, más conocido con el sobrenombre de Dr. John, se ha dedicado a buscar en las raíces de la cultura musical norteamericana, unas raíces que se sumergen profundamente en los pantanos de La Louisiana y confluyen de forma inequívoca en ese crisol de culturas y sonidos que es Nueva Orleans. Desconozco si es legítimo atribuir a su admirado Profesor Longhair la composición de lo que podría considerarse el primer rock’n’roll, pero sería difícil ignorar que esa mezcla de blues, calipso y música criolla, tiene mucho que ver en el sonido que no mucho después volvería locas a varias generaciones de jóvenes en todo el mundo.
Rodeado de la parafernalia habitual en sus actuaciones, propia de la liturgia de un sacerdote voodo, Mac “Dr. John” Rebennack, hacía su aparición sobre el escenario apoyado sobre dos bastones al grito de “Does anybody even need a doctor?”
De esa forma, sin complejos, se presentó la noche del 1 de Junio en la sala Shoko de Madrid, para impartir una magistral clase de historia de música popular. A lo largo de los más de 90 minutos que duró su actuación se dedicó a desgranar algunos de sus grandes clásicos como “Iko Iko”, “Right place wrong time” o las más recientes “Revolution” y “Looked Down”.
¿Quién no necesita un doctor? |
Especial mención merece la trombonista Shara Morrow, quien ejerció de perfecta anfitriona ante un público entregado desde los primeros compases. La perfecta conjunción de la banda de acompañamiento, liderada por Shara, arropó perfectamente la voz rota y los teclados de Rebennack, manteniendo en todo momento un ambiente festivo en sus interpretaciones.
Un gran concierto, lleno de momentos inolvidables que despidieron de la mejor forma posible, con un “Such a night” que sonaba a gloria y con un Rebennack abandonando entre aplausos el escenario mientras el resto de la banda concluía el show a ritmo del mejor funk, despidiéndose entre risas de un público satisfecho.
My last waltz? I don´t think so. |
Hope to see you soon.
Texto y fotos: Miguel Á. Garzás.
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