Infinitamente tediosos, así fueron tanto los minutos de espera hasta la salida
de Macca a escena (entre dj´s formato karaoke Benidorm, e
insufribles proyecciones mega-nostálgicas) como los más de diez años que
han hecho falta para que el portador del legado de los fab-four volviera
de nuevo por la península. Algo que, a priori, no auguraba lo que se nos veía encima. Qué poca fe. Por supuesto, y como tod@s nosotr@s en el fondo esperábamos, no problem; tres cortas horas fueron más que suficientes para que nuestro Paul se disculpara con creces, tanto de lo
primero como de lo segundo, haciendo que toda paciencia mereciera la pena. Logrando que toda esa casposa Beatlemanía Paulaecheverriosa e instagramer se disipara por completo.
Stuart Minion, declarado fan de Macca, no quiso perderse el evento. |
Algo así como cincuenta mil almas abarrotaron un Vicente
Calderón blindado para celebrar un repertorio inconmensurable, a un artista
de los que (con todas las de la ley) han marcado época, estando a sus 73 primaveras mucho mejor que la última vez que cualquiera de nosotros acudiéramos a
embriagarnos de su colosal repertorio.
Un comienzo eminentemente Beatle como “A hard day´s
night” , “Can´t buy me love” o “I´ve got a feeling” se alternó con algunos de los números pertenecientes a su época más rock al
frente Wings: “Letting go”, “Let me roll it” o “Nineteen
hundred and Eighty-Five” sonaron tan potentes y pulcras que a los allí
presentes no nos importó que se entremezclaran con , según sus palabras, “Una
canción que es un poco electrónica” como la marciana “Temporary Secretary”
de su más oculto McCartney II, heredera de los mejores hermanos Mahel.
¡Sorpresa, sorpresa!, pues algo se sabía de que muchos de los temas preparados
para el set no entrarían en las habituales coordenadas de un show masivo.
Paul McCarntney: "¡Vamos a darle cera!" |
Más tarde, más ases. Corazones, almas y vestiduras rasgadas, como
redención a cualquier cosa que supusiera experimentación a cargo de unas “Maybe
I´m Amazed” o “Here, There and Everywhere” antológicas al piano que
nos dejaron desnudos, en shock, especialmente la primera, dedicada a Linda.
A parte de la inevitable nostalgia, también cabe señalar el buenrollismo y
cachondeo que Macca se trajo durante todo el show. Expresiones como “Buen
bolo troncos” o “Vamos a darle cera” se hicieron habituales entre canción y
canción, ya que se propuso hablar en español (chuletillas mediante) durante
toda la actuación.
De esta guisa fueron cayendo más, mejores e inesperadas sorpresas
como la versión primigenea e irreconocible de “You won´t see me” a la
guitarra acústica que nos dejó strike o una revisión de “Being for the
benefit of Mr. Kite” alucinantemente rica en matices.
La historia desde el gallinero. |
Más homenajes, como “Love me do” y “Something” a sus
queridos Georges o la maravillosa “Here Today” a John Lennon
(emocionada cuasi lagrimilla mediante) que fueron dando paso a una retalía de
temas acústicos clásicos como “Blackbird” o “Yesterday” algunos
de ellos sobre una plataforma elevada que subía aun más a estos de nivel. Cosa
que además se agradeció, mejorando la visión a todos los sufridos fans perdidos
por el gallinero. Maldito Golden-Circle.
Paul (73). Mejor que hace una década. |
Una traca
final con la mega-super-old-school-classic-high-level-fireworks-show-rock
“Live and let die” y por supuesto las infaltables “Hey Jude”, “Let
it be” + la suite final de Abbey Road nos dejaron definitivamente
noqueados y rendidos a su poderío maduro. Tras esto, la extraña sensación de ver la espalda de Paul
de vuelta al camerino. Una especie de sentimiento agridulce de la que (a esta
hora) destilamos la mejor parte; el sabor de un artista único e irrepetible,
fruto de una época pretérita que aun resuena y resonará en el interior de
cualquier amante de las canciones con mayúsculas. Un repaso a la historia de
la música contemporánea de mano de su catedrático.
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