Este martes, día 8 de marzo, se
conmemora el 20 aniversario del lanzamiento de quizá uno de los discos
más vilipendiados y aparentemente intrascendentes de D. Mateo Gordon Sumner
hasta la fecha, “Mercury Falling”. Como escasamente prejuicioso panfleto
hypertextual comprometido con lo que consideramos meritorio –por encima o no de
tabúes artística y moralmente predominantes- no nos queda otra que rendirle
pleitesía como uno de nuestros discos favoritos facturados por el aguijón
predilecto de este humilde blog.
Nos situamos. Dos décadas atrás, a la par
que bajo la etiqueta Brit-pop se despachaban, día sí y día también,
álbumes de jóvenes bandas de la Gran Bretaña a cascoporro entre la
entregada y moderna muchachada, el fenómeno “Grunge” se desmoronaba.
Allí, entre dos fuegos y enmedio de esos fantásticamente bien aprovechados
primeros 90´s y no tanto en lo concerniente a su segunda mitad, Sting,
en plena madurez artística, nadaba entre cientos críticas negativas respecto a
su –aparentemente- aristocrático modo de vida, y por alusiones, a su último
trabajo.
Entre toma y toma con su perrete. Alrededores de su castillo, Wilshire, 1996. |
Perlitas como“(...) Se ha metido en los
cuarenta, ha supuesto que le tocaba anegarse en introspección y vete a saber
por qué ha imaginado, distinguido, culto y pulido, que introspección es
sinónimo de sopor” eran de lo más light
que se le reprochaba,... y solamente por estas latitudes.
Para nosotros, y a tres años exactos de lo
que ya consideramos un trabajo fantástico–quizá sin llegar a la heterogeneidad
del aludido “Mercury”- como fue “Ten Summoner´s tales” (Marzo,
1993), ese tipo de reseñas facilonas y autocomplacientes no podrían estar más
lejos de la realidad. Sin quizás, ni peros, en 1996, Sting llegó en las
mejores condiciones para desarrollar un trabajo perfecto junto a las manos de
su fiel productor, desde los últimos tiempos de Police como Hugh Padgham.
De hecho, a pesar de la mala acogida, y sin mucho bombo, la ya difunta A&M logró
colocar un millón de unidades en los States y otro más en toda Europa,
mientras muchos de sus contemporáneos lidiaban con una comodidad realmente
insana y enquistada bajo el disfraz de esa falsa autenticidad anti-cool.
Sesiones de grabación en Lake House. |
No solo de una audiencia AOR se
alimentaba nuestro madurito favorito. “Mercury falling” bien podría ser
–a su manera- su álbum blanco. Y si por nosotros hubiera sido, podría
haber entregado un doble de ese pelo. ¿Qué tal –parafraseando a Ringo-
un Mercury falling falling? Nosotros, hubiéramos estado encantados de la
vida.
Su quinto disco de estudio en
solitario, fue esa grabación pulcra, honesta y sencilla que aguanta con
salud y brío tras muchos años en las estanterías (o cuatro y medio en tu Spotify).
Un Line up de lujo –como de costumbre- encabezado por algunos de sus
grandes adalides. Dominic Miller a la guitarra, Kenny Kirkland a
las teclas o el inconmensurable (y nuestro, por goleada) batería favorito hasta
hoy, Vinnie Colaiuta que, una vez más, nos colocaron en la vía láctea de
la clase, la sobriedad bien entendida, así como en el paraíso de
la más coherente dirección musical en todos y cada uno de sus 11 variados cortes.
Aunque, el álbum goza de una sobrada vigencia, que más de alguno de sus primeros ejercicios en solitario hubieran querido para sí, es por todos bien sabido, que una selección de temas demasiado
ecléctica,
no suele gozar del beneplácito del gran público. En en este aspecto “Mercury
falling” cumplió con todos los requisitos para no cuajar en cabezas poco acostumbradas a un easy-listening con tendencia a la sofisticación. Tristemente, por este motivo, y a pesar de la calidad y el exquisitamente artesanal enfoque de la inmensa mayoría de sus canciones, injustamente ninguna llegó a cuajar como hit. Esas atemporales "Shape of my heart" u "All this time" que tiempo atrás situaron a su autor como compositor de olfato único, no llegaron a materializarse como clásicos incrustados en el subconsciente de cualquiera que se supiera melómano.
Mateo, verano del ´96. De gira por los pueblos. |
Poco importa, pues desde el sencillo steady-rock
de “You still touch me”, con imágenes en directo para el vídeo
promocional desde la mítica Paradiso en Ámsterdam, hasta el toque
country –siempre inexplicable- en el bajista, que destilaban la pareja “I´m
so happy I can´t stop criying”/“Lithium sunset” apoyados por el
genial BJ Cole al steel, pasando por la Bossa de “La Belle
Dame Sans regrets” revelaban una sensibilidad que, a pesar de
nuestra –en aquellos tiempos- pipiolez, pudimos experimentar, sin oler siquiera el perfume o el hedor que desprende, la tan común crisis de la mediana edad. Casi rozar el
fracaso que precede a un divorcio, la perdida de un hogar, o el frío que la soledad provoca a un hombre -supuestamente- hecho y derecho, estaba a nuestro alcance con solo ir desnudando lentamente cada línea. Todo ello bien merecía, y
aun merece una noche al volante sin rumbo definido.
Un viaje de ida, saboreando
también, bellos y esperanzadores momentos vestidos por el viejo ritmo de No-La
“Twenty five to midnight” o bajo la capa del soul más cálido,
acolchado y sedoso “Let your soul be your pilot” , impagable la
colaboración de Brandford Marsalis y sus cuatrocientos millones de
bemoles, además de en la espectacular y
cuasi- jazzy “I was brought to my senses”.
Personal. De izq a dcha: Dominic Miller, V.Colaiuta, Sting y Kenny Kirkland. "Mercury Falling" rehearshals, 1996. |
En pocas palabras y atendiendo a lo estrictamente musical, si lo que buscas es un
álbum –llamémosle- de fisión (infinita mezcla estilística, pero “sin
juntar la churras con las merinas”) y no, esa -tan cacareada- tendencia
contraria, que tantos sofocos nos ha dado [véase “El Bicho” o ´facepalm´] , esta impecable –que no sobreproducida- producción será una de esas sorpresas
inesperadas que vienen a demostrar, aunque para algunos muchas primaveras
después, eso de que “En la variedad está el gusto”.
Os tendremos al día… ;-)
Si te gustó el post, Vinylola te informa que
próximamente colaboraremos en “La Caravana”, podcast radiofónico
que retoma (como en el caso del aludido en esta entrada) discos grabados hace
justamente 10, 20, 30, 40 o 50 años. Clásicos del ´66, ´76, ´86, ´96 y ´06 que
se serán diseccionados, reseñados y subidos a Ivoox por multitud de experimentados colaboradores, para vuestro (y
nuestro) disfrute.
Algunos de ellos:
-Rolling
Stones “Aftermath” primavera´66
-Beatles “Revolver” verano´66
-Jaco Pastorius “Jaco Pastorius” verano´76
-The Smiths
“The Queen is dead” verano´86
-Pearl Jam
“No code” verano ´96
-Burial "Burial" ´06...
-Burial "Burial" ´06...
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