Una tarde de sábado en el Café Berlín
Estamos en Madrid en la tarde del sábado 18 de mayo, día
eurovisivo por excelencia, día de los museos y día de agitaciones varias tras
la fiestas de San Isidro en la semana previa a unas elecciones al Ayuntamiento
y la Comunidad de Madrid. El sol apenas ha iniciado su descenso vespertino pero
la hora del comienzo del concierto es inapelable (a las 22:30 se anuncia otro
concierto en la misma sala), y de esta forma, a las 20:30, unos cuantos
refugiados de los excesos de esa sintonía irremediable que es nuestra querida
ciudad, nos reunimos en el nuevo Café Berlín para presenciar el concierto de
presentación del décimo disco de Daniel Romano en la capital del reino.
El nuevo Café Berlín no es otra cosa que la antigua sala We
Rock, con lo que es inevitable que uno se pregunte cuanto de una u otra sala
prevalece. ¿Es el continente o es el contenido? Y es una verdadera pena que el
concierto no completase aforo porque la sensación de estar viviendo una
actuación única flotó en el ambiente durante todo el concierto. Pocos pero
afortunados, y muchas caras conocidas, y muchos gestos de asentimiento y
expresiones de satisfacción cada vez que la banda arremetía con un nuevo tema.
Una banda perfectamente engrasada que acometía cada uno de los temas como si le
fuese la vida en ello y que incluso se permitía el lujo de bromear simulando
una primigenia sesión de ensayo en el que cada uno de los músicos fingía buscar
la posición de los dedos del otro mientras tocaban sus instrumentos como falsos
principiantes.
Desde el momento en que hicieron acto de presencia sobre el
escenario para interpretar una versión electrificada de “Empty Husk” (canción
con la que abre su último disco), con un Daniel Romano disfrazado cual
troskista ratón de biblioteca, hasta el final con ese improvisado “cha cha cha” con que denominaron los tres golpes de acorde con
los que se despidieron del público tras “When I learned your name”, la
impresión fue la de haber sido atropellado por una auténtica apisonadora de
buen rock n’ roll. La base rítmica compuesta por su hermano, Ian Romano, y el
bajista Roddy Richmond, servía de rotundo contrafuerte sobre el que construir
las melodías de guitarras y voces que completaban el guitarrista David Nardi
junto al propio Daniel Romano. Y así dejaron caer canciones como “Long Mirror
of time”, Nerveless” o “Human Touch” en una actuación impecablemente enérgica
en la que sólo faltaba el clásico “one, two, three, four” de Dee Dee Ramone con
el que empalmar un tema con el siguiente. No hubo descanso ni hubo concesiones,
era necesario exprimir el poco tiempo del que disponían y eso es lo que
hicieron sin otros efectos que un depuradísimo sonido (sorprendentemente
cristalino), o algún que otro juego de escenario, porque el concierto era ante
todo un viaje en el que estaban incluidos los mejores momentos de todas las
influencias que caracterizan a este ecléctico compositor, un viaje a lomos de
una maquinaria de calculada ingeniería que reinterpretaba el espíritu de
tiempos más dichosos. Es inevitable repetir nombres como el de Dylan, Bowie o
los Who cuando rememoro el concierto.
Me queda el pesar de saber que esta no es más que una de las
diferentes encarnaciones de Daniel Romano y que valdría la pena verlo en otros
formatos. El canadiense es un músico de muchos talentos y múltiples facetas y
eché de menos algo de los psicodélicos paisajes de su último disco o de la
pureza country de sus primeros días. Pero ante todo me queda la satisfacción de
pensar que aquellos que estuvimos en el Café Berlín el pasado sábado vivimos
una oportunidad que no se volverá a repetir, y sinceramente espero que así sea,
porque creo que merece un público más amplio y un mayor reconocimiento. Y ahora
deberían encerrarse en un estudio y capturar nuevas canciones, porque sería una
auténtica lástima que esta gira no diese frutos. El tiempo que vivimos es una
espiral en constante aceleración y quien sabe que será lo próximo que capte
nuestra atención contribuyendo a la vez al olvido. Sería estupendo poder volver
atrás de alguna forma de vez en cuando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario