La semana pasada, y dentro de la
programación que engloba “Las noches del
botánico” pudimos disfrutar de Jeff
Tweedy y sus muchachos. Unos Wilco sobresalientes,
que supieron demostrar, en un entorno privilegiado (la visión y el sonido
fueron más que buenos) por que, han sido, y siguen siendo una de las bandas
puntales del rock americano contemporáneo.
En el set no faltaron sus
fundamentales “I am trying to break your heart”, “Art of almost”, “ Spiders
(kidsmoke)”, “Heavy metal drummer” o la espléndida “Jesus, etc” que de la mano del bueno de Nels Cline, como siempre, subieron a un nivel estratosférico.
Muchas horas de ensayo, muchas tablas pateadas y muchas noches de show, son las
que esta troupe atesora; pues la sincronización, tanto instrumental, como
rítmica de la que hicieron gala dejaron boquiabierto a más de uno.
Wilco- Noches del botánico. |
Como ejemplo, la cumbre de la
primera parte del repertorio que representó “Imposible Germany”, donde el guitarrista solista emuló, con ayuda
de su fuera de lo común vibrato, a muchos
de los mejorcitos que acarician las seis cuerdas con maestría y gusto. Un auténtico
anti guitar hero con más tintes de haber pertenecido durante años a una banda punk que de
atesorar cientos de discos grabados como músico de estudio. Por supuesto, no
desmereció el resto de la banda. Máxima concentración y flema fue lo que el
sexteto titular derrochó a lo largo de la casi hora y media en la que también
desparramaron “Dawned on me” o la
fantástica “The late greats” que
cerro para dejar paso al bis.
Nels al dobro. |
Apenas cinco minutos hicieron
falta para que los pipas, encabezados por el que parecía hijo putativo de John Holmes, situaran el equipo acústico con el que el grupo de Chicago
remataría la jugada para nuestro goce y disfrute.
Seis temas fueron disparados como certeras balas. Desde nuestro
considerado clásico “Misunderstood”
hasta, para finiquitar su `unplugged´
el tema que formó parte de su proyecto junto al gran Billy Bragg “California” nos hicieron derramar más que una
lagrimilla, pues adrede, el grupo optó por no dar rienda al equipo de sonido,
tocando y cantando sin prácticamente apoyo de la amplificación. Un detalle
mágico que culminaron con una “A shot in
the arm” que nos dejó a todos sin voz, en una parte por un karaoke al que
casi nadie pudo resistirse, y por otra, debido a la intensidad emocional con el
que Mr. Tweedy cerró el concierto
embelesando al personal que allí babeábamos.
Fin de fiesta. Sentados junto a la fogata. |
Otra noche mágica, de mano de una de esas bandas de las que puede decirse,
hacen avanzar la música hacia parajes donde permanecerá gigante e incorrupta
durante muchas, muchas décadas. Brillante.
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