“We are The Dirty Streets
from Memphis ,
Tenesse”.
Con esas únicas
palabras se presentaban frente al público madrileño este trío de power blues. Eran
poco más de las nueve y veinte cuando Justin
Toland, a la guitarra, Thomas Storz,
al bajo y Andrew Denham, a la
batería, se subían al escenario reclamados por la organización del concierto
para dar comienzo a su show.
Justin, Thomas y Andrew. Desde las sucias calles de Memphis. |
No hay misterios en la música que facturan estos
tres chicos del sur de los Estados Unidos, blues
cargado de mala leche con reminiscencias a otras míticas bandas como Humble Pie, Ten Years After o los
mismísimos The Jimi Hendrix Experience. De esta forma, durante cerca de
tres cuartos de hora, se dedicaron a descargarnos algunas de las canciones de
su último disco “White Horse” como quien se deshace de un peso desagradable.
Canciones muy bien calibradas como “Think Twice”, “Good Kind of woman” o “Looking for My Peace”,
interpretadas con gran calidad frente a un público expectante pero que quedó
convencido ante la franqueza de la propuesta de los de Memphis.
Dirty Streets, old school. |
Pero
había tiempo para poco más. Lo apretado de la agenda y los límites impuestos
por las salas de concierto en esta ciudad hacen que resulte arriesgado un doble
cartel de este tipo. Las limitaciones de
tiempo imponían agilidad y poco espacio para la improvisación entre banda y
banda. Y así, tras algún que otro problema en la prueba de sonido, Dewolff
salían al escenario.
Un
impresionante amplificador Fender,
sobre el Leslie del órgano Hammond del teclista Robin Piso, presidía el escenario. En el lado derecho las Gibson de Pablo Van de Poel, y detrás de ambos el kit de batería de su
hermano Luka, eran testigos de la
impaciencia del público por que diese comienzo el concierto. Pero no tardaba en
sonar la introducción de su último disco, “Roux-Ga-Roux”, y el grupo aparecía sobre el escenario para enlazar la grabación
enlatada con el tema “Black Cat Woman”.
Dewolff, La Boite Live. |
El
sonido de la banda en directo se podría definir como cósmico. El uso de las rebervs
eleva las canciones ampliando el efecto místico de la música, un recurso que
toman prestado de la psicodelia que
Dewolff incluye entre sus referentes artísticos. En la amalgama de influencias
se pueden entrever bandas que comprenden desde
Pink
Floyd a Black Sabath, desde
el voodoo blues de Dr.
John hasta el hard rock de Monster
Magnet para retorcerse a continuación en el southern rock de unos Allman
Brothers. Pero ante todo se aprecia un gusto por dejar fluir la inspiración
en el desarrollo de las canciones, lo que puede resultar un tanto tedioso en
esos momentos en que las musas no están por la labor.
No
tardan demasiado en atacar la que probablemente sea la mejor oportunidad para
la banda de llegar a un público más multitudinario, y es que “Sugar
Moon” funciona a la perfección como single. La canción suena redonda.
Las voces de Pablo y Luka compactan perfectamente mientras que los coros y
teclados de Robin la visten de ese halo
de misterio que hace que no podamos evitar sentirnos embrujados por unos
minutos. Posiblemente sea esa mezcla perfectamente medida de funk, blues y
psicodelia la mejor baza de estos tres
jóvenes holandeses. Es en esos momentos en los que se les ve crecerse y en
los que mejor funcionan los juegos entre la guitarra y el órgano Hammond, algo que me hace pensar que no
desentonarían para nada en una improbable
jam desértica entre unos Kyuss o unos Doors. Hay cierta hipnótica atracción en el repiqueteo de una
serpiente de cascabel, como diría Jim Morrison.
¿Jim Morrison suplantando a Ray Manzarek?. No, Robin Piso from the Neatherlands. |
Tras una
breve introducción al piano – estilo Satie
– el grupo retoma un tempo algo más calmado y nos regala el precioso blues “Tired
of Loving you”. Sin duda uno
de los puntos álgidos del concierto. Los punteos de guitarra son un híbrido
entre Gilmour y Page, que alternan
entre la calma y la rabia a lo largo de todo el tema mientras que el órgano
aporta cierto punto de locura inmejorablemente sostenida en el Groove de la
batería. Las reminiscencias a los Pink Floyd del “Live at Pompei” son innegables a lo largo de estas
improvisaciones que el grupo va enlazando canción tras canción.
Tras “Tired
of Loving you” se van
sucediendo “Easy Money”, “Stand up Tall” - de su anterior
disco – o “Restless man”, hasta
que la hora apremia y no tenemos más remedio que despedir a la banda con la
canción que también cierra su último disco, “Love Dimensión”, canción en la que el grupo despliega
todo su “psichedelic power” para
tratar de conducir al público a esa dimensión amorosa de la que habla la
canción.
Aún
habría tiempo para que Dewolff se volviese a subir al escenario para despedirse
con “Gold
and Seaweed”. En general un gran concierto con algún que otro punto
bajo – solos de batería aparte – que dejó más que satisfecho al público que llenó la Boite en una noche
tan comprometida de cara a sobrepasar los límites como la de un jueves, pero
ante todo una agradable sorpresa poder comprobar que sigue quedando sustrato para alimentar a las nuevas generaciones del
rock.
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