Muchas ganas de asaltar a la
banda de David Lowery y Johnny Hickman por la península. Aunque
la pareja se prodiga bastante por Europa,
Vinylola aún no había pillado la
carambola de poder asistir a alguno de sus conciertos. Demasiado tiempo desde
que a finales de los noventa, en la Nissan
Vanette de un bohemio pariente trotamundos , este se dejara la cinta en el
salpicadero, leyéramos “Cracker-The
Golden Age”, y nos enamoráramos a primera escucha de una de esas bandas que
crean afición. Sí, amigos, los descubrimientos existían antes de Spotify y demás cometarros.
El set no podía haber empezado
mejor, según contaban, de manera muy similar a sus anteriores citas en Santiago de Compostela y Valencia: rollo trío acústico atacando “Been Around The World” y “Almond Grove” entre otras. Especial
mención al señor Stoesser al lap-steel, pues su aportación subió el nivel en la interpretación
de estas hasta colocarnos en el mismo techo del Ryman Theatre. Hijo (según David) de una pareja de hippies
residentes en profundo sur, y llamado por el resto de la banda “Rainbow?”, no pudimos hacer (junto con
el resto de la Sala Sol) más que
corear su nombre al son de: “¡ar-co-iris,
ar-co-iris…!”. Bonito reconocimiento a uno de esos músicos que desde la
trastienda actúan sin foco que les haga justicia.
Cracker, comienzo calentito e íntimo. |
Cracker, ya en su totalidad, y en formato quinteto, continuaron
tirando de clásicos como la antes mencionada “The Golden Age”, “California
Country Boy” o “Wedding Day”,
para cerrar otra parte del repertorio a ritmo de una cojonuda “I Want Everything”. Hasta aquí, todo
fetén.
Decimos hasta aquí, porque a
partir de la sección, (llamémosle) “mercado de abastos”, encabezada por “Sweet Thistle Pie” y “Sweet Potato”, y a pesar del rollo funk que esta última destilaba, se notó
cierta desconexión entre la flema que la banda había gastado con anterioridad y
un público en el que empezaban a destacarse más los acérrimos del cuarteto
original que el resto de los que allí se hallaban para esperar ser contagiados,
echándose en falta un poco más de cera y (ya) menos sobriedad interpretativa.
Esto se confirmó con la salida de
la banda hacia camerinos cuando no habían pasado ni sesenta minutos, tardando unos cuantos en replantearse si volver o
no; cosa que finalmente sucedió debido a la tremenda bronca que se armó fuera.
Cracker en la Sala Sol. Confuso final. |
La banda volvió para machacar una
“Time Machine” más que buena…, y
Santas Pascuas, echándose en falta unas “Sinaloa
Cowboys” o “Big Dipper” que (a
buen seguro) hubieran subido la temperatura.
Agridulce sabor de boca para la
visita de la banda a Madrid.
Sospechamos que quizá, simpatizantes del
Atlético y bajo la lluvia que
azotaba la capital no estaban por rematar una faena que en un principio se
percibía sublime. Aún así, olé por una formación que a pesar de (quizá) haber
llegado tarde a todo, lo hicieron mucho mejor que la media de los que a día de
hoy se toman con patatas el pastel de carne de ese American Rock con mayúsculas que tanto nos gusta.
Sea como fuere, y aunque en plan “Ironic Mullets” retornaran… nosotros volveríamos a su encuentro. Palabrita de Vinylola.
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