viernes, 12 de mayo de 2017

CRACKER. Sala Sol. Miércoles 10 de mayo de 2017.

Muchas ganas de asaltar a la banda de David Lowery y Johnny Hickman por la península. Aunque la pareja se prodiga bastante por Europa, Vinylola aún no había pillado la carambola de poder asistir a alguno de sus conciertos. Demasiado tiempo desde que a finales de los noventa, en la Nissan Vanette de un bohemio pariente trotamundos , este se dejara la cinta en el salpicadero, leyéramos “Cracker-The Golden Age”, y nos enamoráramos a primera escucha de una de esas bandas que crean afición. Sí, amigos, los descubrimientos existían antes de Spotify y demás cometarros.

El set no podía haber empezado mejor, según contaban, de manera muy similar a sus anteriores citas en Santiago de Compostela y Valencia: rollo trío acústico atacando “Been Around The World” y “Almond Grove” entre otras. Especial mención al señor Stoesser al lap-steel, pues su aportación subió el nivel en la interpretación de estas hasta colocarnos en el mismo techo del Ryman Theatre. Hijo (según David) de una pareja de hippies residentes en profundo sur, y llamado por el resto de la banda “Rainbow?”, no pudimos hacer (junto con el resto de la Sala Sol) más que corear su nombre al son de: “¡ar-co-iris, ar-co-iris…!”. Bonito reconocimiento a uno de esos músicos que desde la trastienda actúan sin foco que les haga justicia.

Cracker, comienzo calentito e íntimo.


Cracker, ya en su totalidad, y en formato quinteto, continuaron tirando de clásicos como la antes mencionada “The Golden Age”, “California Country Boy” o “Wedding Day”, para cerrar otra parte del repertorio a ritmo de una cojonuda “I Want Everything”. Hasta aquí, todo fetén.

Decimos hasta aquí, porque a partir de la sección, (llamémosle) “mercado de abastos”, encabezada por “Sweet Thistle Pie” y “Sweet Potato”, y a pesar del rollo funk que esta última destilaba, se notó cierta desconexión entre la flema que la banda había gastado con anterioridad y un público en el que empezaban a destacarse más los acérrimos del cuarteto original que el resto de los que allí se hallaban para esperar ser contagiados, echándose en falta un poco más de cera y (ya) menos sobriedad interpretativa.

Esto se confirmó con la salida de la banda hacia camerinos cuando no habían pasado ni sesenta minutos, tardando unos cuantos en replantearse si volver o no; cosa que finalmente sucedió debido a la tremenda bronca que se armó fuera.

Cracker en la Sala Sol. Confuso final.


La banda volvió para machacar una “Time Machine” más que buena…, y Santas Pascuas, echándose en falta unas “Sinaloa Cowboys” o “Big Dipper” que (a buen seguro) hubieran subido la temperatura.
Agridulce sabor de boca para la visita de la banda a Madrid. Sospechamos que quizá,  simpatizantes del Atlético y bajo la lluvia que azotaba la capital no estaban por rematar una faena que en un principio se percibía sublime. Aún así, olé por una formación que a pesar de (quizá) haber llegado tarde a todo, lo hicieron mucho mejor que la media de los que a día de hoy se toman con patatas el pastel de carne de ese American Rock con mayúsculas que tanto nos gusta.


Sea como fuere, y aunque en plan “Ironic Mullets” retornaran… nosotros volveríamos a su encuentro.  Palabrita de Vinylola.

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