viernes, 21 de septiembre de 2018

DAMIEN RICE. Teatro Circo Price. Madrid, jueves 20 de septiembre de 2018.



Está bien, lo confieso: Nosotros aguardamos en cola virtual para conseguir entradas de U2 hace meses. Misión imposible. Pero la Divina Providencia, o más bien algún leprechaun traviosete, nos tenía guardada una sorpresa.
Damien Rice, otro irlandés ilustre pero diametralmente opuesto a las coordenadas del cuarto dublinés (a pesar de su famosa cover de la sempiterna “One”), acudió en nuestro auxilio para permitir disfrutar de su primer set en suelo madrileño. Un privilegio.

Más de quince años han pasado desde que (como casi todos) lo descubriéramos de mano de esa preciosa carta de presentación que fue “O” y que nos convirtió en más-que-fieles a su idiosincrasia y gusto. Todo llega, y además en un envoltorio inmejorable como fue el Teatro Circo Price capitalino. Este, por momentos se hizo tan pequeño como nuestro dormitorio en casa de papá y mamá, en donde en la oscuridad lo triturábamos vehementemente. Una y otra vez.

Damien Rice- Teatro Circo Price. 20 septiembre 2018


“The Profesor & La Fille Danse”, “Delicate” y la cadenciosa “9 Crimes” al piano abrieron el concierto de la mejor manera posible, entre botellas de vino a su derecha (que quedaron encorchadas) y una audiencia selecta, entendida y entregada que lo alababa como a un genuino John Boy soñado por Love of Lesbian.

Dramatismo, sí, pero el justo. Mucho sentido del humor y retranca isleña del de Celbridge en la introducción a muchos de sus números, siendo quizá “Annie/Sex Change” la más divertida de todas. “Quedé con una amiga al otro lado de la ciudad en un día de lluvia, era un día triste y me dijo que si quería dormir en su cama. Yo entre balbuceos conteste que sí. Entonces me dijo que estupendo, su hermana se iba con una amiga... Así yo puedo dormir en la suya”. El pobre Damien cuenta como, paso seguido, su follamiga (aseguraba que muy hippie) le invitó a “autoconocerse” y pasar un buen rato a solas. “Así que intenté pasar un buen rato a solas conmigo mismo”, zanjó. Fácil vislumbar el desenlace. Audiencia de monólogo encantada y preparada para continuar con algunas de las descargas más importantes del concierto: “The Greatest Bastard”, “Elephant” o las inconmensurables “Rootles Tree” y “Volcano” nos pasaron por encima entre esas maravillosas fluctuaciones dinámicas marca de la casa.

Damien Rice- "The Greatest Bastard".


También tuvo tiempo para estrenar la nueva “Your Astronaut” o compartir escenario con una madre e hijo que le venían siguiendo en su gira desde Milán, colocando el  micro entre ambos en la frágil “Cold Water”. Tras también repasar “I Remember” y preguntarnos qué nos gustaría que tocara, el piano o la guitarra; qué canción sí, o qué canción no nos gustaría escuchar; hacernos reír referenciando su amor al chocolate; o recordando tiempos en Álcalá de Henares, donde supuestamente le hubiera gustado tanto vivir como en el resto de España, según sus palabras, “donde el cielo es siempre azul”, nos dejó con la miel en los labios asegurando que el teatro cerraba. Nada más lejos de la realidad.

Piano or guitar?


Un bis antológico terminó de rematarnos un par de minutos después del sonoro pataleo con que las aproximadamente mil personas que abarrotaban el Price pedían más y más. Y así fue. La infaltable “The Blower´s Daughter”, “Trusty and True” (karaoke universal a tres voces) y “Cannonball” a pelo desde el mismísimo proscenio fueron el colofón perfecto a un show para cada uno de los que allí, boquiabiertos pensamos que no había pasado el tiempo, que ese pequeño duende irlandés seguía susurrándonos en nuestro casa, quince años antes, entre las mismas sábanas donde disfrutábamos de su voz con los auriculares a medio gas, febriles e incapaces de resistirnos al embrujo de sus maderas. Gracias.

Fotos: Vinylola e Instagram.

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