domingo, 19 de junio de 2016

Crónica: MAD COOL Festival. Madrid, 16-18 jun 2016

A lo largo del pasado fin de semana pudimos disfrutar del nuevo gran festival capitalino, que pretende rivalizar, cual Madrid-Barça, con el Primavera Sound catalán. Para ser la primera edición, y salvando incomodidades propias de un arranque de cero, no salió del todo mal. Obviando pequeñas (y no tan pequeñas) pegas que se fueron solventando prácticamente sobre la marcha y una denominación que adolece de toda personalidad y originalidad (Mad Cool), creo que a todos los que a él asistimos nos encantaría que tuviera continuidad. ¿Cuándo sino, podríamos disfrutar de artistas tales como los Jane´s o Neil Young apenas a una hora desde cualquier punto del centro del país?. No le demos más vueltas.

Cada uno pudo elegir su devenir en el festival, aunque nosotros nos centramos en los cabezas de cartel y propuestas cercanas a la posibilidad de hincharnos a cañas en los alrededores del popular barrio de Villaverde, sin tener que pasar demasiado por esos insufribles “Cashless” points tan alejados del tradicional pack, calimotxo+breva por la mitad del precio que se estableció en el interior de la Caja Mágica. Todo un lujo, imposible en otros auténticamente snobistas entornos festivaleros.

The Who- Momento "I hope I die before I get old" encogida de brazos. Antológico. 


El jueves, abrimos boca con unos The Who que nos gustaron mucho más que en la última ocasión que tuvimos de verlos, allá por mayo de 2007. Un show basado en su 50 aniversario arrasó entre veteranos y neófitos. Unos Pete y Roger pletóricos (y super-cachondos) nos hicieron pasar un rato de aúpa con temas de todas sus épocas. No quedaron fuera, ni Tommy, ni Quadrophenia, ni Who´s Next, ni tan siquiera muchos números primigéneos que, para nada esperábamos encontrarnos. 

Paseo por Brighton sin salir de Villaverde.


Mogollón de proyecciones, que con cualquier otro artista resultarían cansinas y ególatras, con nuestros broncas favoritos resultaron de lo más agradables y potentes, acompañando cada una de las canciones de manera efectiva y, por que no decirlo, conmovedora, rozando a veces la experiencia religiosa, como venía a cantar un señor que no me acuerdo. Historia viva.

Ya, el viernes, abrimos un poquito más el espectro, pudiendo asistir a medio concierto nuestros adorados Kings of Convenience. Medio, debido a la cola que se formó a la entrada de uno de los escenarios secundarios, suponemos, debido a las premisas respecto a la seguridad del recinto. No nos pesó, pues a pesar de la poca intimidad que el lugar rezumaba, Erlend y Eirik, esos dos vikingnerds que tanto nos emocionan, se veían felices disfrutando del ambiente festivalero. Un set, ampliamente copado por referencias de sus dos últimos trabajos “Riot on an Empty Street” y “Declaration of independence” se encargó de darnos todo lo que pedíamos, de manera rápida y efectista. Con todo y con ello, los seguimos prefiriendo en locales más adecuados a su propuesta o, como no, sonando en alguna playa mientras cae el sol.

Kings of Convenience- Corazones, Minions y Toy pianos.


Emoción, intriga, dolor de… Llegan los Jane´s. Un muñecote gigante (cortesía de la organización) nos da la bienvenida, mientras esperamos confortablemente a diez metros del ampli de Dave Navarro (a reseñar, la perfecta visibilidad de cada uno de los escenarios, estés donde estés). Un punto cool. Todo apuntaba a momentos de gloria, a esos que llevas deseando disfrutar desde que alguien te puso en la oreja a estos cuatro angelinos de tomo y lomo, sin ni siquiera saber que, además de ponernos palote (auditivamente hablando), estaban tan buenorros, pero… Plufff. Durante la primera mitad de su prometida performance de “Ritual de lo Habitual” solo sonaba el back-line. Sí amigos, solo se escuchaban ellos. Fuera todo era confusión. Uno de los mejores comienzos para un largo se nos escapó. Un coitus-interruptus en toda regla. Adiós cara A.

Muñecote de Bienvenida al fiasco técnico del año.


Dave y Perry se miraban inquietos, y viendo que no había reacción entre el público ante tal avalancha, no les quedaba otra que recurrir a uno de los técnicos para averiguar qué ocurría. Uno de los momentos más embarazosos que uno recuerda. Pasado esto, todo marchó. Comienza la cara B, y todo en orden. Por fin nos podemos desquitar del disgusto. Ahora todo fluía. Una “Three days” impecable y gloriosa trajo la amnesia a nuestras sufridas masas encefálicas mientras las endorfinas se conjuraban para hacernos disfrutar de todo lo que quedaba. Terminado su clásico del 90, todavía les dio tiempo de desplegar su retalía de efectos visuales y escénicos. Perry, esa “Mask”, esa serpiente de escenario, deambulaba con su botella de “sangre de toro”, mientras que Dave, todo mazado él, se hacía querer por las fans. Hasta le echó los trastos a una, que por cierto, le dio calabazas (esto casi es País Vasco, Dave). 

Dave, Perry, Stephen y sus chicas.


Así pasaron, strippers, artistas circenses colgadas por el pellejo, besos, calzoncillos con relleno (Stephen Perkins) y la señora Farrell, en body rojo. Sencillamente L.A. Simplemente la semilla de lo mal llamado alternativo, que dio lugar a Indies, Lollapalloozas, y bla, bla… Un fin de fiesta a cargo del trío “Jane Says”, “Nothing Shocking” y “Just Because” nos remató, para finalmente relamernos con lo acontecido; pero, por favor Sr. Técnico, no más comienzos así.

Echamos el cierre con 091. Muchas ganas de reencontrarnos con una de las mejores bandas de rock español que ahora, comienza una nueva andadura. Relegados a uno de los escenarios secundarios, hubo que echar carreras para poder llegar antes de que la masa enfervorecida allí acudiera. No fue así lo que nos encontramos. Apenas trescientas personas, que los añoraban tanto como nosotros estaban relajadamente esperando el show. ¿Una banda seminal, no se merece más? Saboreemos el repertorio sin juicios morales.

091- Sobriedad y oficio.


Un sonido perfecto y contundente acompañó en todo momento a Lapido y los suyos, a pesar de la corta prueba de sonido, cosa que dejó paso a temas, sobre todo pertenecientes a su primera y media época. “El baile de los locos”, “Otros como yo” o “Qué fue del siglo XX” sonaron tan compactas y potentes como una estampida de búfalos. Como única pega, a estos granaínos, en plena forma, quizá se les echó en falta un poco más de contacto con el público, pues, a pesar del brutal sonido, la actuación se percibió plana, quizá fruto del cansancio y las horas que banda y público acumulaban encima, echándose también mucho de menos algo más de su última etapa, “Sigue estando Dios de nuestro lado” y “La noche que la luna salió tarde” se quedaron cortas para lo que unos fanáticos de su “Todo lo que vendrá después” esperábamos. Nos veremos más.

El sábado, y para rematar el festival, el plato fuerte. Neil Young + Promise of the Real. ¿Qué cabía esperar del viejo Neil? Pues uno de esos conciertos que crean afición. Y por supuesto, así fue. Entre la audiencia, resaltaba la amplia orquilla de edades expectantes ante la salida del gigante canadiense. Niños de 7 años, al lado de septuagenarios dotaban al evento de un buen rollo difícilmente igualable. Ni tan siquiera, en su última visita a la península, allá por el Primavera de 2009, pudimos contemplar tan heterogénea audiencia.

Neil- Él solo, podría curar La Tierra (y medio sistema solar).


Young no se andó por las ramas. Tras una siembra del escenario a cargo de dos guapísimas granjeras, el artista se marcó del tirón cuatro de sus grandes clásicos “After the gold rush”, “Heart of gold”, “The needle and the damage done” y “ Out of the weekend” que impulsadas por su viejo piano y acústica Martin, nos partieron la patata. Después, y tras una enigmática fumigación a cargo de una sospechosa cuadrilla de la química Monsanto a esas pobres semillas, el viaje continuó.

Cinco años de ingeniería química, para esto.


“Human Highway”, “Unknown legend” o “Someday” nos posicionaron de nuevo en terreno clásico, interpretando, ya con su Gretsch blanca en mano “Alabama” y “Words (between the lines of age)” . Para ir finiquitando el set, Neil y la troupe del joven Lukas Nelson (por cierto, fantástica y recordándonos en sobremanera a esa descarnada e inolvidable época “Mirrorball”) nos apabullaron con, entre otras, dos jams de aquí te espero. La primera, de unos 22 minutos, sobre “Down by the River”, y la segunda, balanceando “Like a Hurricane”, arriba y abajo, Blackie mediante, como en los viejos tiempos. Old School en estado puro que puso a nuestros músculos horripiladotes a prueba en no pocas ocasiones.

La infaltable “Rockin´ in a Free World” cerró una lista de temas que Neil y sus chicos no quisieron lacrar hasta cinco minutos después, con un único bis (también de todo el festival) en el que se despidieron interpretando una tan ruidosa como mágica “Love and Only Love”. Memorable.

Para despedirnos, Vinylola cerró el festival acudiendo a la llamada de nuestro Xoel López, que con la profesionalidad que le caracteriza despachó más de una decena de canciones que empezaron sonando no demasiado bien, pero que una banda de campeonato se encargó de apañar hasta llegar al diez. Temas de todas sus épocas fueron llegando, agradables y alegres ante los casi mil asistentes. Especialmente bien sentaron “Reconstrucción”, una versión de “Tierra” más centrada en los teclados a cargo de Charlie Bautista, y esa bonita adaptación de la popular gallega “A serea e o mariñeiro” que nos gustó especialmente. Acierto seguro, acercarse a gozar de Xoel y los suyos, a pesar de que su “Paramales” aun no te haya caído en las manos.

Xoel López- Satisfacción garantizada.


Despedida y cierre a un fin de semana más que entrañable en una muestra, en la que, gracias a Dios sabe que ente-promotora-cuarto poder-mafia-logia, el pueblo llano ha podido empaparse de historia de la música, cultura en general y aprovechar unas instalaciones tan infrautilizadas como magníficas para tal efecto, por un precio más que ridículo. A pesar del Mad y del Cool... esperamos repetir.


martes, 14 de junio de 2016

CÁPSULAS VINYLOLA: 3 Razones para enamorarte de los Carpenters en 5 minutos.



Karen & Richard. Sesión de estudio.


1. (They long be) Close to you.
¿Alguien no se acuerda de con que canción se enamora Hommer de Marge? Si no lo sabes, no vives en este planeta. Burt Bacharach en estado puro.



2. Top of the world.
La mejor escena de toda la saga Shrek. ¿Quién nos iba a decir que esta formaría parte de la cuarta y última de la tetralogía?. En "Felices para siempre", nuestro ogro favorito se desquita de todo el rollo buenista que acaba asfixiándole (aunque sea por unas horas). Todo, por supuesto, a ritmo de una "Top of the world" que le viene a nuestro monstruo digital favorito como anillo a dedo verde.



3. Superstar
Ni nos molestamos en linkear versiones. Podríamos hacerlo con la más grandiosa a cargo de Joe Cocker & The Mad Dogs, incluyendo en la banda a su gigante compositor, el magnánimo gurú de las raíces, Leon Russell, pero lo obviaremos. Más covers a cargo de artistas tan distantes como Sonic Youth en el noventero tributo "If I were a Carpenter" o, (la primerísima) de Sony & Cher, también podrían corroborar, que aunque las coordenadas sonoras sean tan lejanas, el gusto por esta maravilla heredera de la factoría Spector se salta las leyes de lo azucarado y sublima en el más exquisito bombón melódico.

El tachado no es casual. ¡Fuera tontos prejuicios, y a disfrutar de los hermanos Carpintero!. Beluga.







lunes, 13 de junio de 2016

Podcast Vinylola: La Caravana: "Pet Sounds" The Beach Boys.



Concluye (de momento) nuestro viaje por la música de 1966; aunque no podíamos abandonar este año sin mencionar uno de sus mejores discos: Pet Sounds, disco clave en la historia de los Beach Boys y en la evolución de la música pop. El album, que supuso la ascensión y caída de Brian Wilson como genio sesentero del pop estadounidense, será objeto de un exaustivo análisis efectuado por los contertulios habituales: Miguel Popsonic a los mandos, el Señor X, Tommy y Ar Difender. Al final del programa, os ofrecemos, como de costumbre, un bootleg en primicia sacado de la gira de ese año por cortesía del Señor X. Aparcad la tabla de surf en el techo de la caravana, y disponéos a contemplar la puesta de sol en el horizonte de alguna playa californiana.

viernes, 3 de junio de 2016

PAUL McCARTNEY- Estadio Vicente Calderón. Madrid. 2 de junio de 2016



Infinitamente tediosos, así fueron tanto los minutos de espera hasta la salida de Macca a escena (entre dj´s formato karaoke Benidorm, e insufribles proyecciones mega-nostálgicas) como los más de diez años que han hecho falta para que el portador del legado de los fab-four volviera de nuevo por la península. Algo que, a priori, no auguraba lo que se nos veía encima. Qué poca fe. Por supuesto, y como tod@s nosotr@s en el fondo esperábamos, no problem; tres cortas horas fueron más que suficientes para que nuestro Paul se disculpara con creces, tanto de lo primero como de lo segundo, haciendo que toda paciencia mereciera la pena. Logrando que toda esa casposa Beatlemanía Paulaecheverriosa e instagramer se disipara por completo.


Stuart Minion, declarado fan de Macca, no quiso perderse el evento.


Algo así como cincuenta mil almas abarrotaron un Vicente Calderón blindado para celebrar un repertorio inconmensurable, a un artista de los que (con todas las de la ley) han marcado época, estando a sus 73 primaveras mucho mejor que la última vez que cualquiera de nosotros acudiéramos a embriagarnos de su colosal repertorio.

Un comienzo eminentemente Beatle como “A hard day´s night” , “Can´t buy me love” o “I´ve got a feeling” se alternó con algunos de los números pertenecientes a su época más rock al frente Wings: “Letting go”, “Let me roll it” o “Nineteen hundred and Eighty-Five” sonaron tan potentes y pulcras que a los allí presentes no nos importó que se entremezclaran con , según sus palabras, “Una canción que es un poco electrónica” como la marciana “Temporary Secretary” de su más oculto McCartney II, heredera de los mejores hermanos Mahel. ¡Sorpresa, sorpresa!, pues algo se sabía de que muchos de los temas preparados para el set no entrarían en las habituales coordenadas de un show masivo.

Paul McCarntney: "¡Vamos a darle cera!"


Más tarde, más ases. Corazones, almas y vestiduras rasgadas, como redención a cualquier cosa que supusiera experimentación a cargo de unas “Maybe I´m Amazed” o “Here, There and Everywhere” antológicas al piano que nos dejaron desnudos, en shock, especialmente la primera, dedicada a Linda. A parte de la inevitable nostalgia, también cabe señalar el buenrollismo y cachondeo que Macca se trajo durante todo el show. Expresiones como “Buen bolo troncos” o “Vamos a darle cera” se hicieron habituales entre canción y canción, ya que se propuso hablar en español (chuletillas mediante) durante toda la actuación.

De esta guisa fueron cayendo más, mejores e inesperadas sorpresas como la versión primigenea e irreconocible de “You won´t see me” a la guitarra acústica que nos dejó strike o una revisión de “Being for the benefit of Mr. Kite” alucinantemente rica en matices.

La historia desde el gallinero. 


Más homenajes, como “Love me do” y “Something” a sus queridos Georges o la maravillosa “Here Today” a John Lennon (emocionada cuasi lagrimilla mediante) que fueron dando paso a una retalía de temas acústicos clásicos como “Blackbird” o “Yesterday” algunos de ellos sobre una plataforma elevada que subía aun más a estos de nivel. Cosa que además se agradeció, mejorando la visión a todos los sufridos fans perdidos por el gallinero. Maldito Golden-Circle.

Paul (73).  Mejor que hace una década.



Una traca final con la mega-super-old-school-classic-high-level-fireworks-show-rock “Live and let die” y por supuesto las infaltables “Hey Jude”, “Let it be” + la suite final de Abbey Road nos dejaron definitivamente noqueados y rendidos a su poderío maduro. Tras esto, la extraña sensación de ver la espalda de Paul de vuelta al camerino. Una especie de sentimiento agridulce de la que (a esta hora) destilamos la mejor parte; el sabor de un artista único e irrepetible, fruto de una época pretérita que aun resuena y resonará en el interior de cualquier amante de las canciones con mayúsculas. Un repaso a la historia de la música contemporánea de mano de su catedrático.