lunes, 7 de marzo de 2016

STING –“Mercury Falling” 20 Aniversario. Manual de Eclecstingcismo.




Este martes, día 8 de marzo, se conmemora el 20 aniversario del lanzamiento de quizá uno de los discos más vilipendiados y aparentemente intrascendentes de D. Mateo Gordon Sumner hasta la fecha, “Mercury Falling”. Como escasamente prejuicioso panfleto hypertextual comprometido con lo que consideramos meritorio –por encima o no de tabúes artística y moralmente predominantes- no nos queda otra que rendirle pleitesía como uno de nuestros discos favoritos facturados por el aguijón predilecto de este humilde blog.

Nos situamos. Dos décadas atrás, a la par que bajo la etiqueta Brit-pop se despachaban, día sí y día también, álbumes de jóvenes bandas de la Gran Bretaña a cascoporro entre la entregada y moderna muchachada, el fenómeno “Grunge” se desmoronaba. Allí, entre dos fuegos y enmedio de esos fantásticamente bien aprovechados primeros 90´s y no tanto en lo concerniente a su segunda mitad, Sting, en plena madurez artística, nadaba entre cientos críticas negativas respecto a su –aparentemente- aristocrático modo de vida, y por alusiones, a su último trabajo. 

Entre toma y toma con su perrete. Alrededores de su castillo, Wilshire, 1996.


Perlitas como“(...) Se ha metido en los cuarenta, ha supuesto que le tocaba anegarse en introspección y vete a saber por qué ha imaginado, distinguido, culto y pulido, que introspección es sinónimo de sopor” eran  de lo más light que se le reprochaba,... y solamente por estas latitudes.

Para nosotros, y a tres años exactos de lo que ya consideramos un trabajo fantástico–quizá sin llegar a la heterogeneidad del aludido “Mercury”- como fue “Ten Summoner´s tales” (Marzo, 1993), ese tipo de reseñas facilonas y autocomplacientes no podrían estar más lejos de la realidad. Sin quizás, ni peros, en 1996, Sting llegó en las mejores condiciones para desarrollar un trabajo perfecto junto a las manos de su fiel productor, desde los últimos tiempos de Police como Hugh Padgham. De hecho, a pesar de la mala acogida, y sin mucho bombo, la ya difunta A&M logró colocar un millón de unidades en los States y otro más en toda Europa, mientras muchos de sus contemporáneos lidiaban con una comodidad realmente insana y enquistada bajo el disfraz de esa falsa autenticidad anti-cool.

Sesiones de grabación en Lake House.





No solo de una audiencia AOR se alimentaba nuestro madurito favorito. “Mercury falling” bien podría ser –a su manera- su álbum blanco. Y si por nosotros hubiera sido, podría haber entregado un doble de ese pelo. ¿Qué tal –parafraseando a Ringo- un Mercury falling falling? Nosotros, hubiéramos estado encantados de la vida.


Su quinto disco de estudio en solitario, fue esa grabación pulcra, honesta y sencilla que aguanta con salud y brío tras muchos años en las estanterías (o cuatro y medio en tu Spotify). Un Line up de lujo –como de costumbre- encabezado por algunos de sus grandes adalides. Dominic Miller a la guitarra, Kenny Kirkland a las teclas o el inconmensurable (y nuestro, por goleada) batería favorito hasta hoy, Vinnie Colaiuta que, una vez más, nos colocaron en la vía láctea de la clase, la sobriedad bien entendida, así como en el paraíso de la más coherente dirección musical en todos y cada uno de sus 11 variados cortes.

Aunque, el álbum goza de una sobrada vigencia, que más de alguno de sus primeros ejercicios en solitario hubieran querido para sí, es por todos bien sabido, que una selección de temas demasiado ecléctica, no suele gozar del beneplácito del gran público. En en este aspecto “Mercury falling” cumplió con todos los requisitos para no cuajar en cabezas poco acostumbradas a un easy-listening con tendencia a la sofisticación. Tristemente, por este motivo, y a pesar de la calidad y el exquisitamente artesanal enfoque de la inmensa mayoría de sus canciones, injustamente ninguna llegó a cuajar como hit. Esas atemporales "Shape of my heart" u "All this time" que tiempo atrás situaron a su autor como compositor de olfato único, no llegaron a materializarse como clásicos incrustados en el subconsciente de cualquiera que se supiera melómano.

Mateo, verano del ´96. De gira por los pueblos.


Poco importa, pues desde el sencillo steady-rock de “You still touch me”, con imágenes en directo para el vídeo promocional desde la mítica Paradiso en Ámsterdam, hasta el toque country –siempre inexplicable- en el bajista, que destilaban la pareja “I´m so happy I can´t stop criying”/“Lithium sunset” apoyados por el genial BJ Cole al steel, pasando por la Bossa de “La Belle Dame Sans regrets” revelaban una sensibilidad que, a pesar de nuestra –en aquellos tiempos- pipiolez, pudimos experimentar, sin oler siquiera el perfume o el hedor que desprende, la tan común crisis de la mediana edad. Casi rozar el fracaso que precede a un divorcio, la perdida de un hogar,  o el frío que la soledad provoca a un hombre -supuestamente- hecho y derecho, estaba a nuestro alcance con solo ir desnudando lentamente cada línea. Todo ello bien merecía, y aun merece una noche al volante sin rumbo definido.

Un viaje de ida, saboreando también, bellos y esperanzadores momentos vestidos por el viejo ritmo de No-La “Twenty five to midnight” o bajo la capa del soul más cálido, acolchado y sedoso “Let your soul be your pilot” , impagable la colaboración de Brandford Marsalis y sus cuatrocientos millones de bemoles,  además de en la espectacular y cuasi- jazzy “I was brought to my senses”.


Personal. De izq a dcha: Dominic Miller, V.Colaiuta, Sting y Kenny Kirkland. "Mercury Falling" rehearshals, 1996.


En pocas palabras y atendiendo a lo estrictamente musical, si lo que buscas es un álbum –llamémosle- de fisión (infinita mezcla estilística, pero “sin juntar la churras con las merinas”) y no, esa -tan cacareada- tendencia contraria, que tantos sofocos nos ha dado [véase “El Bicho” o ´facepalm´] , esta impecable –que no sobreproducida- producción será una de esas sorpresas inesperadas que vienen a demostrar, aunque para algunos muchas primaveras después, eso de que “En la variedad está el gusto”.


Si te gustó el post, Vinylola te informa que próximamente colaboraremos en “La Caravana”, podcast radiofónico que retoma (como en el caso del aludido en esta entrada) discos grabados hace justamente 10, 20, 30, 40 o 50 años. Clásicos del ´66, ´76, ´86, ´96 y ´06 que se serán diseccionados, reseñados y subidos a Ivoox por multitud de experimentados colaboradores, para vuestro (y nuestro) disfrute.

Algunos de ellos:

-Rolling Stones “Aftermath” primavera´66
-Beatles “Revolver” verano´66
-Jaco Pastorius “Jaco Pastorius” verano´76
-The Smiths “The Queen is dead” verano´86
-Pearl Jam “No code” verano ´96
-Burial "Burial" ´06...

Os tendremos al día… ;-)  


No hay comentarios:

Publicar un comentario